Así vivimos el gran apagón en el bazar oriental

Publicado el 06/06/2025

El gran apagón del 28 de abril: un día sin luz en toda España

El pasado 28 de abril, sobre las 12 del mediodía, se fue la luz de repente. Estábamos en la tienda como un día normal y, sin previo aviso, todo quedó completamente a oscuras. Pensábamos que sería algo puntual, de esos cortes que duran cinco minutos y ya está... pero no. La luz no volvió hasta las 7 y media de la tarde. Fue una jornada larga, sin electricidad ni conexión.

La tienda a oscuras y los móviles como linterna

Como dentro de la tienda no se veía nada, los clientes empezaron a usar la linterna del móvil para poder buscar lo que necesitaban. Era una imagen muy curiosa: gente caminando entre estanterías con el móvil en alto, iluminando lo justo para poder ver algo.

La confusión y el miedo de no saber qué estaba pasando

Se notaba en el ambiente que la gente estaba confundida y preocupada. Muchos se empezaron a poner nerviosos cuando se enteraron de que toda España estaba sin luz. Además, no funcionaba Internet, así que estábamos completamente incomunicados. No sabíamos qué pasaba, ni podíamos buscar noticias, ni llamar a nadie.

Nada funcionaba: ni datáfonos ni ordenadores

Aunque el datáfono tenía batería, no servía para nada, porque el servidor del banco no respondía. Es decir, ni siquiera podíamos hacer cobros con tarjeta. Imaginamos que los bancos también estarían sin electricidad.

Tampoco podíamos usar el ordenador para facturar, así que nos las apañamos como pudimos: cogimos un taco de papel, hacíamos los cálculos a mano, y dábamos ese papel al cliente como si fuera un ticket.

Solo se podía pagar en efectivo

Durante todo el apagón, lo único que funcionaba era el dinero en efectivo. Cualquier cosa que dependiera de la electricidad o de Internet quedó fuera de servicio.

Lo más buscado: pilas y velas

Lo más curioso fue ver qué compraba la gente. Sin duda, los productos estrella del día fueron:

  • Pilas, de todos los tipos:
    AAA, AA, C, D, 9V... incluso las más antiguas, como las de 4,5V.

  • Velas, de todo tipo y tamaño.

La gente se preparaba por si el apagón duraba más horas o incluso toda la noche.

pilas-aa

pila-4.5v

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Radios antiguas y linternas oxidadas

Uno de los momentos más llamativos del día fue ver cómo todo el mundo empezaba a preguntar por radios. Era como una necesidad urgente: querían saber qué estaba pasando, escuchar las noticias, enterarse de algo. Pero, claro, sin Internet y sin televisión, la radio era el único medio de información que quedaba. La gente se acordó de ella como último recurso, y nos preguntaban una y otra vez: “¿Tenéis radios? ¿Aunque sea una pequeña, de pilas?”

La pena fue que solo nos quedaban unas pocas. Muy pocas. En cuestión de minutos, se agotaron. Las teníamos olvidadas en un rincón, y de repente eran lo más valioso. Algunos clientes se fueron decepcionados al no conseguir una, y otros se fueron ilusionados porque habían conseguido la suya justo a tiempo.

Lo más emotivo fue ver cómo algunas personas mayores traían de casa radios de su época, aparatos antiguos que todavía funcionaban con pilas. Algunos incluso estaban oxidados y con cinta adhesiva, pero aún emitían sonido. Lo mismo pasó con las linternas: muchas eran viejas, de cuando no existían los LEDs, pero seguían funcionando. Fue como volver a otra época, una en la que las cosas duraban más, y todo era más analógico, más tangible. En medio del caos, esos objetos antiguos se convirtieron en verdaderos tesoros.

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Todo el barrio paralizado: persianas abajo y locales cerrados

La sensación de apagón no era solo dentro de nuestra tienda, era todo el barrio. Desde dentro veíamos cómo los negocios de alrededor bajaban la persiana y cerraban directamente. La tienda BonÀrea, el bar Muser justo enfrente, y el supermercado Consum de al lado, cerraron sus puertas en cuanto vieron que no podían seguir funcionando. Sin luz, sin datáfono, sin saber qué pasaba... muchos no tuvieron otra opción que echar el cierre y esperar. Ver los locales cerrando uno tras otro, mientras el silencio y la oscuridad se extendían por la calle, daba una sensación inquietante. Era como si el barrio entero se hubiese detenido, como si todo estuviera congelado en una especie de apagón global del que nadie sabía cuándo ni cómo íbamos a salir.


Un día que no olvidaremos fácilmente. A veces se nos olvida lo dependientes que somos de la electricidad, y estas cosas nos recuerdan lo importante que es estar preparados… aunque sea con una buena linterna y unas pilas de repuesto.